Las barreras de un mundo en permanente y trepidante cambio, al ritmo que marcan las nuevas tecnologías, ha pulverizado las fronteras, diluido las distancias kilométricas, eliminado abismos entre las personas que hasta ayer parecían insalvables. A la mayoría nos ha hecho la vida más fácil. No obstante, han surgido nuevas barreras que, cómo no, tienen todo que ver con lo digital. ¿Son siempre buenas las redes sociales (Social media).
Según datos que se desprenden de un estudio que acaba de ser presentado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, impulsado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), el tanto por ciento de los jóvenes que no usan Internet o las redes sociales de forma habitual alcanza el 5,5% y este colectivo podría correr el riesgo de quedar «excluido» en un marco en el que gran parte de las dimensiones de la vida de las personas de entre 16 y 24 años se desarrolla total o parcialmente a través de la red.
Esta exclusión respecto al uso de Internet y las redes sociales deja a este grupo de jóvenes no digitales fuera de los ámbitos de relación social virtual, que es el principal escenario y punto de encuentro para ampliar relaciones y establecer nuevas amistades de la mayoría de los jóvenes de hoy. Otra de las grandes conclusiones del mismo estudio, en el otro extremo, es que el 85% de los españoles entre los 15 y los 24 años usan las redes sociales a diario. La tendencia es imparable.
Mientras la minoría del 5,5% vive a contracorriente y de espaldas a la Red, para muchos jóvenes españoles, la primera actividad del día, antes de ducharse, vestirse o desayunar, es consultar Internet, ver sus mensajes y contestar a sus amigos.
Y lo que resulta también preocupante es el hecho de que la no digitalización de la citado minoría de los jóvenes, ajenos a cómo cambia el mundo a su alrededor, no sólo los deja fuera de los círculos sociales que se forman dentro de la gran comunidad virtual que ya es una realidad hoy en día, sino también fuera de los círculos laborales del nuevo panorama digital, ya que la tendencia es que los nuevos trabajos tengan, de un modo u otro, íntima relación con conocimientos digitales por mínimos que éstos sean. Prácticamente todos, en un plazo relativamente corto de tiempo.
Esta situación de analfabetismo tecnológico es la misma que afecta a un amplio espectro de la población predigital, que por edad se ha quedado en fuera de juego respecto a cualquier habilidad tecnológica. Para ellos, el tren ya ha pasado, pero aún estamos en condiciones de estimular a usar las nuevas tecnologías al 5,55 % de los jóvenes que, según el informe del Centro Reina Sofía, están en situación de exclusión tecnológica.
Es nuestra responsabilidad, ya que su futuro está en juego.